miércoles, 20 de febrero de 2019








GÉNERO Y SEXUALIDAD (1)
   
          Ernesto Rodríguez y Rodríguez
                         Pedagogo                                 
                                     
                                                                                                 5/10/2018
        

1.- INTRODUCCIÓN.

         Entrando en internet, Google, y escribiendo  géneros humanos”,  aparecen, entre otros muchos artículos sobre la cuestión, los siguientes títulos:

-       ¿Hombre – Mujer? No seas anticuado, ahora puedes elegir entre 31 identidades sexuales.
-       Transmasculino, intergénero y berdache: las 37 nuevas etiquetas de género de Tinder, explicadas.
-       España reconoce ya 37 identidades de género y 10 orientaciones sexuales.
-       La ONU dice que hay 112 sexos, no dos, y no es una broma.
-      

             ¿Son así las cosas?

            En el presente trabajo nos proponemos subrayar que los seres humanos, por ley natural y no por personal elección, somos y existimos siendo hombres o siendo mujeres.

        Etiquetamos el marco teórico en el que fundamentamos nuestra reflexión de naturalismo finalista.

              Nuestro paradigma tiene como ejes principales:
 a)     El orden natural del cosmos.
 b)    El finalismo de la organogénesis humana.
 c)     La realidad existencial de la dualidad hombre/mujer.

            El análisis que ofrecemos parte de las siguientes interrogantes:
1.     ¿Es posible entender formas de humana existencia distintas a las de ser hombre o ser mujer?
2.     ¿Por qué la Naturaleza (¿Dios?), diseñadora del orden cósmico, ha optado por  diferenciar lo femenino de lo masculino?
3.     ¿Acaso las diferencias bioanatómicas y funcionales que la propia Naturaleza asigna a mujeres y hombres son irrelevantes?

        Si nuestro pensar pudiere herir alguna sensibilidad, no sólo lo sentimos; también nos sometemos a la confrontación de modelos explicativos y a cuanta crítica argumentada pudiere producirse.


2.- SOBRE EL GÉNERO:

            2.1.- CONCEPTO.

            Al hablar de género, palabra derivada del latín genus-eris, es preciso concretar a qué nos estamos refiriendo, toda vez que, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, son múltiples sus acepciones y significados:

1.     Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.
2.     Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas.
3.     Grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.
4.     En el comercio, mercancía.
5.     Tela o tejido.
6.     En las artes, sobre todo en la literatura, cada una de las distintas categorías o clases en que se pueden ordenar las obras según rasgos comunes de forma y de contenido.
7.     En biología, taxón que agrupa a especies que comparten ciertos caracteres.
8.     En Gramática, categoría gramatical inherente a los sustantivos y pronombres, codificada a través de la concordancia en otras clases de palabras y que en pronombres y sustantivos animados puede expresar sexo.

            Aclaramos enseguida que la opción semántica sobre la que trabajamos es la número tres, entendiendo el término género no sólo en su esencial y originaria referencia biológico-sexual, sino también en el sentido sociocultural, es decir, en relación con las percepciones, roles, acciones, conductas, valoraciones, etc., que en cada contexto cultural, político, social, religioso, … se tienen de mujeres y hombres.

            ¿Sería procedente identificar los términos sexo y género?
           
            Aunque ambas palabras, por estar íntimamente ligadas en su referencia original a la natural condición humana de ser  mujer o de ser hombre, podrían usarse como sinónimas, sexo y género vienen utilizándose hodiernamente con enfoques y connotaciones diferenciales.
           
            Conceptualmente, el vocablo sexo se usa para enfatizar lo biológico, es decir, las características anátomico-corporales (dotación cromosómica, genitalidad, …) que diferencian a mujeres y hombres; por contra, la palabra género es usada para acentuar lo cultural, es decir, las características sociales (leyes, costumbres, …) que condicionan existencialmente  a hombres y mujeres en la vida comunitaria.


            2.2.- LO MAYORITARIO.

                 Los seres humanos, desde el momento mismo de su concepción, desde el inicio de la propia vida, por ley natural y no por elección personal a posteriori, se desarrollan diferencialmente a través de un complejo proceso de organogénesis abocado a dos formas concretas, exclusivas y excluyentes, de ser y existir: ser hombre o ser mujer.

                     Agrade más o agrade menos, la Naturaleza, en sus leyes generales, ha determinado que la especie humana se configure, sea y exista -con el mismo rango ontológico, la misma dignidad, los mismos derechos y la misma condición humana- perteneciendo a uno de los dos únicos géneros humanos existentes: el femenino o el masculino.

            Entender tal diferenciación de género requiere estudiar la cuestión desde una triple consideración:

                    - Biológica.
                    - Psicológica.
                    - Social.

              Desde el enfoque biológico, fácil es observar  que el cuerpo humano “está equipado”, orgánica y funcionalmente, de elementos propios, específicos y distintivos, para ser hombre o para ser mujer, y para que las funciones reproductivas asignadas a mujeres y hombres puedan ser naturalmente cumplidas. Es por ello que, cualquiera que sea la población humana que observemos, sin importar lugar o época, siempre encontraremos que sus miembros, perfectamente distinguibles, son, biológicamente, hombres o mujeres, tanto si su momento evolutivo corresponde a la infancia, adolescencia, juventud, adultez, etc.

                    Desde la óptica psicológica, lo normal, en el sentido estadístico de gran mayoría, es que  hombres y mujeres no sólo tengan cuerpo estructuralmente diferenciado, sino también que se realicen, desarrollen y se sientan bien, con comodidad y agrado, en su propia estructura bio-corporal de mujer o de hombre, asuman satisfactoriamente su propio rol reproductor y entiendan y acepten sin conflicto su propia identidad psicológica diferencial.

                    Desde la perspectiva social, es normal también que los diversos grupos sociales, en todas las culturas, asuman sin problemas ni conflicto que el mundo humano está constituido por hombres y mujeres con capacidad natural de reproducirse y de formar, uniéndose, la familia natural, que no es otra que la constituida por una mujer, un hombre y los hijos nacidos de su unión.

                     La conclusión es clara.

                  De acuerdo con la ley de los grandes números, puede constatarse a nivel empírico y por ello afirmarse categóricamente, que lo normal, repetimos que en el sentido estadístico de gran mayoría, es la armonía entre lo biológico y lo psicológico, es decir, la existencia de hombres que son, se identifican y asumen en plenitud su natural condición masculina, y de mujeres que son, se identifican y asumen en plenitud su natural condición femenina.

         A su vez, la sociedad acepta y ratifica sin problemas tal realidad protegiéndola institucionalmente y reconociéndola como su base y primario fundamento.

               Se da, pues, mayoritariamente, en estricto cumplimiento de la ley natural, concordancia entre lo biológico, lo psicológico y lo social. 

            2.3.- LO MINORITARIO.

       Si bien es cierto que, de modo predeterminado por ley natural, desde la concepción misma de la vida,  la primera célula originaria humana, el cigoto, inicia su proceso diferenciante para configurarse, ser, crecer y desarrollarse como hombre (XY) o como mujer (XX), es igualmente cierto que la Naturaleza no está exenta de errores a la hora de aplicar sus propias leyes.

         Ocurre que, aunque en pequeña proporción respecto a la población general, existe “lo diferente”. Por las causas que fueren (desajustes neuro-hormonales, errores anatómico-fisiológicos, etc.), se produce en determinadas personas la discordancia: ora entre lo biológico y  lo psicológico; ora entre lo biológico y lo social; ora entre lo biológico, lo psicológico y lo social.

Sucede que determinadas personas, teniendo dotación genética masculina se sienten mujeres, que personas con dotación genética femenina se  sienten hombres y que personas con dotación genética masculina o femenina tienen dificultades para identificar su identidad sexual.

¿Qué reflexión cabe hacer ante tal realidad?

1ª. Que la discordancia ni merma, ni disminuye en grado alguno la dignidad de ser persona.

2ª. Que la discordancia, cuando se produce, no es elegida.

3ª. Que la discordancia ha de ser respetada por la sociedad y amparada por las leyes.

4ª. Que es cruel, y por ende intolerable, la represión y desconsideración social de las personas “diferentes”.

5ª. Que es encomiable el esfuerzo reivindicativo realizado por los movimientos que luchan por la plena integración social de todas las personas y colectivos humanos.



            2.4.- GÉNERO Y FAMILIA.


            Desde la óptica de lo que hemos llamado “normal” (repetimos que en el sentido estadístico de mayoritario) género y familia se fusionan, reconocen e identifican, de modo natural, en la dualidad hombre - mujer.

            Mujer y hombre, equipados biológica y psicológicamente para ser diferentes, están naturalmente predeterminados para desearse, unirse y constituirse en familia, en cuyo seno, confluyendo  armoniosamente lo femenino y lo masculino, se genera el ecosistema natural para la reproducción, el nacimiento, la protección de la vida y la educación de los hijos.
           
            Eso, en lo esencial, ha venido siendo siempre la familia: unión heterosexual con  capacidad reproductora y educativa, reconocida socialmente de acuerdo a normas sociales vinculantes preestablecidas.  
           
            Se complica la cuestión cuando, desde los ámbitos sociales de lo “diferente”, es decir, en los casos de homosexualidad, transexualidad, etc., diversos colectivos sociales, cuestionando que el  concepto de familia conlleve y requiera como  requisito sine qua non la heterosexualidad, reivindican el derecho y la institucionalización de la unión homosexual.

            Dicho de otro modo, se reclama la igualación a todos los efectos, jurídicos, sociales, etc., de la unión homosexual con la unión heterosexual, obviando el “detalle” de lo que siempre ha venido siendo, de modo natural, la función básica de la familia: la generación de la vida y el derecho y el deber de cuidar, proteger y educar a la prole.

            La cuestión, controvertida en sí misma, ha provocado (y lo sigue haciendo) numerosos desacuerdos, debates y discusiones de naturaleza política, moral, social, religiosa, etc., tanto sobre el concepto de familia, como sobre la procedencia o no de admitir socialmente como familia de pleno derecho, en las mismas condiciones que la familia heterosexual, la unión homosexual.

            Se agudiza aún más la cuestión cuando en tales demandas se incluyen el derecho al uso de modos artificiales de reproducción, el uso de “vientres de alquiler”, el derecho a educar homoparentalmente, etc. etc.

            ¿Cómo se están abordando tales problemas?
           
Aunque el disenso es notorio, persisten las opiniones encontradas, y para numerosos sectores sociales la unión de personas del mismo sexo carece de fundamentación natural y moral suficiente para constituirse en familia, son bastantes los países que ya han optado por la institucionalización de la familia homosexual. En concreto(1), tal matrimonio es ya legal en veinticinco países del mundo, siendo Holanda el primero en su aprobación (Septiembre, 2000) y  España el  cuarto (30 de Junio de 2005).
             En otros (Italia, Austria, Croacia, Hungría, Chile, …) se permiten las uniones civiles homosexuales con derechos muy parecidos a los del matrimonio entre hombre y mujer, pero con denominaciones distintas a las de matrimonio. 
           

3.- SOBRE LA SEXUALIDAD HUMANA.

             Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad es el “conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan cada sexo”.

            Se incardinan en la sexualidad fenómenos emocionales, conductuales, morales, sociales, culturales,…, todos ellos derivados o consecuentes de la condición de ser mujer o de ser hombre. De alguna manera, podría decirse que la sexualidad es el peculiar modo personal de vivir y sentir  lo femenino y lo masculino y de la proyección de tal vivencia y sentimiento en la relación socioafectiva y sexual.

        Al ser la sexualidad factor fundamental de la personalidad, requiere ser integrada armoniosamente junto al resto de las dimensiones humanas (intelectual, afectiva, social y moral) que conforman el ser personal.

             La sexualidad, en parte innata (ligada a lo biológico), en parte aprendida (ligada a lo cultural), es un bello regalo que la Naturaleza hace a los seres humanos. Se manifiesta (cada persona le da sus propios matices) en los peculiares modos de ser y sentirse hombre y mujer y se configura vivencialmente a través de impulsos, deseos, emociones, lenguajes, caricias, gestos, miradas,…

            Siendo una dimensión esencial del ser y de la personalidad, la sexualidad, con sus propias connotaciones evolutivas diferenciales, siempre está presente en la vida humana, en todos sus tiempos y edades.

            Su vivencia, si se nutre de amor, pasión y ternura y se administra y gestiona con las necesarias referencias éticas, es clave para la salud mental, el equilibrio psicológico y  la madurez personal.

            Al ser en buena parte aprendida, la sexualidad es educable, razón por la que familias e instituciones educativas, sin pretexto alguno, deben asumirla como parte esencial de la educación general de toda persona.

             

4.- CONCLUSIONES.


          01ª. Hombres y mujeres tienen el mismo rango ontológico, la misma dignidad y comparten por igual la condición humana.  
                                                                                                    
02ª. No entendemos otras formas de humana existencia que las de mujer y hombre.

03ª. Ser mujer o ser hombre no es elegible.

04ª. La existencia de lo femenino y lo masculino enriquece la vida humana.

         05ª. Lo normal, en sentido estadístico, es que hombres y mujeres se sientan bien en sus cuerpos, acepten satisfactoriamente sus determinaciones sexuales, se atraigan mutuamente y asuman, sin conflicto y gozosamente, la paternidad y la maternidad.

           06ª. Lo excepcional, por minoritario, es que mujeres y hombres tengan problemas para  armonizar sus propias estructuras biológica y psicológica y reconocer su identidad sexual.

         07ª. Posiblemente pueda explicarse la existencia de lo “diferente” como la consecuencia de errores y desajustes de la propia Naturaleza a la hora de aplicar sus leyes generales.

          08ª. Si bien sociedades y culturas asumen sin dificultad la institucionalización de la familia heterosexual, discrepan a la hora de otorgar igual estatuto familiar a las uniones homosexuales.

 09ª. Es injusta, reprobable y cruel cualquier tipo de conducta homofóbica.

 10ª. La sexualidad es educable.



5.- NOTAS

            (1) Datos tomados de Wikipedia:


          
6.- BIBLIOGRAFÍA.

-       Arnaiz, A. (2010) La condición sexual humana y la construcción de la realidad, Biblioteca Nueva: Madrid.
           
-       Cabello, F .(2010) Manual de sexología y terapia sexual, Síntesis: Madrid.

-       Dorlin, E. (2009) Sexo, género y sexualidades: introducción a la teoría feminista, Nueva Visión Argentina: Buenos Aires.

-       Gallotti, A. (2005) Placer sin límites, Martínez Roca: Madrid.

-       Gómez, J. (2013) Psicología de la sexualidad, Alianza Editorial: Madrid.

-       González, R. y Gonzalo, S. (2014) Sexualidad y discapacidad física, Síntesis: Madrid.

-       Haeberle, E. (2009) Atlas de la sexualidad, Akal: Madrid.

-       Lartigue, T. y Ureta, M. (2013) Sexualidad y género, Lumen Humanitas: Buenos Aires.

-       Lozano, M. (2007) Una historia sobre el maltrato y la homosexualidad, CCS: Madrid.

-       Pichardo, J. I. (2009) Entender la diversidad familiar: relaciones homosexuales y nuevos modelos de familia, Bellaterra: Barcelona.

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(1) El presente artículo fue publicado en la Revista El Bermejino, núm.461, Noviembre, 2018

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