¿QUÉ ES EL FRACASO ESCOLAR?
Ernesto
Rodríguez y Rodríguez
Pedagogo
Queremos
decir enseguida que tanto entre los tratadistas e investigadores como entre el
profesorado, el alumnado y la familia, se concibe de muy diversas formas el
fenómeno del fracaso escolar.
En un
extremo están las corrientes optimistas que no admiten la existencia de fracaso
escolar, sino más bien distintos grados de éxito.
En el
otro están las corrientes pesimistas, que estiman que las instituciones
docentes están agonizantes y habría que reconsiderar si merece o no la pena hacer
algo para evitar su muerte.
En
cualquiera de los casos, el fracaso escolar ha quedado acuñado como expresión
de una realidad en la terminología pedagógica, existe una clara conciencia de
tal realidad y un amplio consenso en la interpretación de sus causas y efectos.
Nos
parece también importante distinguir entre fracaso escolar y fracaso educativo.
El
fracaso escolar sería el efecto de un cierto desajuste entre la institución
escolar y su alumnado. La institución expendería “una mercancía” (enseñanzas,
notas, títulos académicos) en condiciones tales que un sector de su “clientela” (el
alumnado), por causas muy diversas, o bien no adquiere en absoluto, o bien
podría llegar a adquirir, pero tras un proceso especialmente azaroso, “costoso” y
extraordinario (inversión de esfuerzos especiales, pérdida de vacaciones,
alargamiento del proceso, …).
Tal
desajuste podría explicarse por:
- Incapacidad de la institución para ofertar
“su producto” en condiciones tales que sea generalmente deseable y asequible a todos.
-
Incapacidad del alumnado para disponer del “billetaje” exigido por la
institución como precio para el logro del "producto".
-
Incapacidad de ambos estamentos para “ajustarse” entre sí
El
fracaso escolar se mediría, fundamentalmente, en términos de calificaciones negativas,
repeticiones y abandonos. La tasa más simplista de su medida vendría dada por
el cociente entre el número de alumnos de una promoción que obtienen, tras el
periodo normal previsto, el título terminal y el número total de alumnos que
inicialmente constituyeron tal promoción.
Desde
una óptica muy elemental, el fracaso escolar sería una cuestión o problema
parcial. Afectaría sólo a determinados aspectos de la instituciones educativas
y sólo a determinadas parcelas de la sociedad (algunas familias y algunos
alumnos). No se cuestionarían la “mercancía” en sí misma, ni los expendedores,
ni los lugares de expedición, sino únicamente la metodología
empleada en la prestación del servicio.
El
fracaso educativo sería otra cosa; sería el efecto de un significativo
desajuste entre los objetivos naturales de la educación (maduración plena de
los sujetos, desarrollo integral del
potencial humano, desarrollo social, moral, económico,…) y las
realidades madurativas y de desarrollo general alcanzadas por las personas tras su paso por las instituciones educativas.
Este
desajuste podría explicarse por:
-
Incongruencias múltiples
derivadas de la complejidad del sistema social y educativo.
- Las propias características de la condición humana.
-
Desacierto en la difícil
tarea de “encaje y ajuste” de tantas y variadas piezas.
El fracaso educativo exigiría para su medición multiplicidad de instrumentos, criterios y parámetros. Habría que integrar muchas tasas parciales referidas a unidades de infelicidad personal, frustración, pauperismo, insolidaridad, injusticia, manipulación, debilidad moral, …
El fracaso
educativo es cuestión o problema total. Afectaría a todas las instituciones
y a todos los miembros y fuerzas de la sociedad. Implicaría el cuestionamiento
de la propia “mercancía” educativa, la validez de los expendedores, los lugares
de expedición, además del marketing y la metodología en la prestación del
servicio.
A nosotros nos
parece que cuando se habla de fracaso escolar (el término que tiene mayor
vigencia) se alude un poco también a lo que aquí hemos propuesto como fracaso
educativo.
El fracaso
escolar-educativo podría estudiarse según criterios diversos, aunque todos
ellos complementarios.
a)
Criterios académicos:
-
Número de calificaciones
negativas en los diferentes cursos que imparte el sistema.
-
Número de alumnos que repiten
cursos.
-
Número de alumnos que
abandonan.
-
Número de alumnos que se
desvían hacia otros estudios de menor dificultad y (o) duración no apetecidos.
- Número de alumnos con
rendimientos incluso suficientes, pero inferiores a sus posibilidades
intelectivas (rendimientos insatisfactorios).
-
Número de alumnos que no
logran el título correspondiente a los estudios iniciados o apetecidos.
b)
Criterios económicos.
-
Tasas de “cerebros” perdidos
o mal aprovechados.
-
Índices de coste de la
educación: relación inversión/rendimiento.
-
Tasas de aportaciones
científicas relevantes.
-
Índice de creación de riqueza
y aprovechamiento de recursos.
-
Niveles de empleo y tasas de
productividad.
-
Índices de desarrollo
económico y bienestar material general.
c)
Criterios psicopedagógicos.
-
Número de alumnos
desvinculados afectivamente de sus centros de estudio y/o de sus profesores.
-
Cotas de satisfacción del
profesorado y del alumnado en la relación docente/discente.
-
Niveles de atención
individualizada o personalizada ofrecidos al alumnado.
-
Progresos psicomadurativos de
los estudiantes/educandos.
-
Tasas de salud mental
general.
d)
Criterios educativos.
-
Índices generales de
felicidad personal y colectiva.
-
Desarrollo moral y social
-
Tasas de creación de cultura.
-
Niveles de calidad de
proyectos de vida.
-
Grados de desarrollo y
plenitud personal.
- Progreso y bienestar de las sociedades.
e)
Criterios sociales.
-
Índices de participación constructiva en la vida pública.
-
Correlación entre formación conseguida y trabajo desempeñado.
- Adecuación de los programas escolares a
las demandas sociales.
- Tasas de delincuencia, criminalidad,
marginalidad, …
- Niveles de justicia distributiva
(esfuerzos y beneficios).
- Nivel general de preparación de los
diversos profesionales que el país necesita.
- Cotas de educación social y ciudadana.
En la
atmósfera del fracaso escolar-educativo hemos observado signos y síntomas muy
específicos:
1.
Frustración en los agentes
educativos más directos.
a) Malestar en el profesorado:
- Pérdida de identidad.
- Desilusión.
- Tensión.
b) Apatía y malestar en el alumnado:
-
Inhibición.
-
Contestación y rebeldía.
-
Desinterés.
c) Zozobra y
angustia en los padres:
- Inseguridad.
- Temor.
- Confusión.
2. Miedos en estudiantes y familias.
- Ante las evaluaciones.
- Ante la selectividad.
- Ante la elección de carrera.
- Ante las oposiciones.
- Ante el futuro.
3.
Desorientación general.
a)
Del alumnado:
- Niveles de aspiración inadecuados.
- Insuficiente información.
- Falta de perspectivas.
b)
Del profesorado:
- A la hora de hacer frente a la
diversidad de los alumnos.
- A la hora de seleccionar metas y
objetivos.
- A la hora de armonizar las antinomias
pedagógicas y sociales.
c)
De la familia:
- A la hora de fijar modelos y patrones
educativos.
- A la hora de comunicarse con sus hijos y
entre los cónyuges.
- A la hora de orientar y proyectar el
futuro.
4. Sentimientos de culpabilidad.
- Inculpaciones y
descalificaciones recíprocas entre los agentes educativos.
- Escaso diálogo entre las
unidades que integran la Comunidad Escolar.
- Pocos nexos afectivos.
¿Qué es entonces el fracaso escolar?
Desde el punto de vista general, el
fracaso escolar-educativo es un muy significativo desajuste entre los objetivos
naturales de la educación y los productos, cuantitativos y cualitativos,
obtenidos por el sistema educativo.
Desde la óptica del alumnado, el
fracaso se percibe o bien como un signo más de una sociedad decadente dominada
por adultos desorientados que proyectan sobre la juventud su propia debilidad
racional y moral, o bien como un signo de impotencia y minusvalía personal.
El profesorado tiende a explicarlo
como un efecto natural de la masificación de la enseñanza y de la degradación
de dos valores básicos de la infancia y juventud: curiosidad y disciplina.
Desde el enfoque de los padres se
estima el fracaso como el derrumbamiento de los proyectos de formación y
promoción de los hijos.
En el Diccionario Enciclopédico de
la Educación Especial (Diagonal/Santillana, vol. II, pág. 945) se dice que el
fracaso escolar es un “desajuste negativo entre la capacidad real de un alumno
y su rendimiento escolar valorado adecuadamente”.
En el Diccionario de Ciencias de la
Educación (Diagonal/Santillana, vol. I, pág. 661) se señala que se habla de
fracaso escolar “cuando un alumno o grupo de alumnos no alcanza con suficiencia
los objetivos educativos programados y propuestos como metas a alcanzar por
todos ellos”.
En la Enciclopedia Técnica de la
Educación (Santillana, 1970, vol. I, pág.381) se indica: “se puede describir el
fracaso escolar como aquella situación en la que el sujeto no consigue alcanzar
las metas normales para su inteligencia, de tal modo que toda su personalidad
queda comprometida y alterada, repercutiendo en su rendimiento global y en su
adaptación sana y feliz a la vida que le rodea”.
En síntesis, nos parece que el
fracaso educativo-escolar no es otra cosa que fracaso social global y producto
natural de graves desaciertos en el planteamiento del sistema educativo.
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(*) El presente trabajo es reproducción casi literal del cáp. I de mi libro:
Rodríguez y Rodríguez, E.(1989) Fracasos Escolares y Problemas Educativos, Córdoba: Federación Provincial de A.P.A.S de Educación Secundaria "Mezquita de Córdoba", págs. 13-18.
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