Ernesto
Rodríguez y Rodríguez (*)
Pedagogo
"Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad
y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros".
Declaración Universal
de los Derechos Humanos.
Naciones Unidas. París, 1948, Artº. 1

Ello
no obstante, advertimos en tiempos
hodiernos, no sin preocupación, excesiva “conmoción” en el mundo político: la
inmoralidad de unos; el resentimiento de otros; la excesiva ambición de los más;
la carencia de proyectos compartidos; la persistente, estéril y acrítica confrontación
sin vocación de consenso y desvinculada
de los grandes ideales del bien común; la escasa proyección de futuro, etc.
Tal
“conmoción” genera en buena parte de los ciudadanos no sólo desconfianza en la política y en el porvenir,
sino, lo que es aún peor, actitudes involutivas, reaccionarias, populistas,
disgregadoras, … de incierto y no buen pronóstico.
Es
por ello que, desde todos los foros sociales, pero muy especialmente desde los foros
y espacios educativos, debería profundizarse más en lo que la democracia es
realmente, redescubriendo su propio concepto, su sentido, sus
fortalezas y sus debilidades.
Para
iniciar tal redescubrimiento, recordemos que el término democracia, vocablo acuñado en Atenas en el siglo V a. de C., procede
de los términos griegos ‘demos´ (pueblo)
y ‘kratos’ (poder, gobierno) y significa: sistema
de gobierno en el cual las decisiones
colectivas, los modos de organizarse como grupo social y las normas que han de
regular la vida pública, han de tomarse por el pueblo mediante mecanismos de
participación, unas veces directa (plebiscito, referéndum, elecciones generales),
y otras indirecta (a través de los representantes periódicamente elegidos).
Democracia = gobierno del pueblo por el pueblo.
Su
verdadero sentido no es otro que reconocer el derecho de todos a participar en la vida pública, de modo que las cosas que a
todos afectan sean por todos decididas.
Se
fundamenta en tres principios fundamentales:
a)
El principio de igualdad esencial de los seres humanos.
b)
El principio del sometimiento de
todos a la ley.
c)
El principio de la justicia social.
Las
fortalezas de la democracia (el sistema menos malo de todas las formas posibles
de gobierno hasta ahora conocidas) son múltiples:
-
Requiere a los ciudadanos, con todo lo que ello implica, el
firme compromiso de cada uno con la dignidad, sagrada e inviolable, de todos
los demás.
- Es el más sólido aval del respeto al
pensamiento plural y el mejor antídoto contra el fanatismo, la intolerancia y
la tiranía.
- Constituye la democracia en sí misma el cauce
más apropiado para la fluencia abundante del diálogo constructivo, la iniciativa creadora, el debate argumentado, la confrontación razonada,
la dialéctica del bienestar, …
-
Demanda a todos, sin excepciones, corresponsabilidad y participación.
-
Es de todos y para todos, porque excluye la discriminación en todas sus formas,
promueve la plena integración social de todos, la igualdad de todos ante la
ley, el amparo jurídico generalizado, el respeto a las minorías y el compromiso pleno con los Derechos Humanos.
-
Crece y se desarrolla con el espíritu de concordia y el ejercicio
de la solidaridad.
-
Su esencial empeño es el bien común.
- Diluye los peligros de la concentración de poder mediante la distribución de las
funciones políticas entre fuerzas independientes: Cortes (función legislativa),
Poder Judicial (función jurídica) y Gobierno (función ejecutiva).
-
No admite otra fuente de poder que la soberanía popular, deslegitimando
cualquier tipo de autoridad que no emane del pueblo, de la totalidad del pueblo
en libertad.
-
Es garantía de justicia y de paz. En la auténtica democracia no caben ni el
privilegio ni la enemistad entre los ciudadanos, sino el respeto a la ley y el trabajo
cooperativo. Cada miembro del grupo social, desde su legítima óptica
ideológica y personal cosmovisión, está
obligado a aportar lo mejor de sí mismo en orden al bienestar, la paz, el
desarrollo comunitario y la felicidad de todos.
Sin
embargo, siendo tan sólidas sus fortalezas, la democracia tiene también
múltiples debilidades. Citemos alguna de ellas:
1. Democracia sin demócratas.
En el seno de las sociedades existen personas,
a veces demasiadas, propensas a la ambición desmedida, al descuido moral, al uso
y abuso de los demás, al desprecio del otro, a la insolidaridad, al rechazo, a
la desconsideración, etc. Tales propensiones, si están vivas y activas en la
vida política -muchas veces lo están- corrompen, desvirtúan y degradan la
democracia.
2. Programas electorales de
partido sin compromiso político y social.
Un
programa político difuso, desvinculado de la realidad, sin objetivos valiosos, precisos
y viables, lejos de ser un contrato
vinculante entre ciudadanos representantes y representados, sólo es demagogia,
manipulación y engaño.
3. Poder excesivamente
concentrado (“el rodillo de las mayorías absolutas”).
Siendo
cada grupo una pieza de la máquina política, cuando una sola de tales piezas
tiene capacidad para neutralizar la acción de las demás, las minorías
neutralizadas, salvo que sean oídas, respetadas y tenidas en cuenta, quedan
desconectadas del sistema y, en consecuencia, sin anclaje político y sin participación efectiva.
4. Poder excesivamente diluido.
Si, como consecuencia de la decisión popular, el poder se distribuye en numerosas
minorías y cada una de ellas opta por instalarse en su propio caparazón ideológico cerrado, hermético y excluyente, impidiendo, o dificultando en exceso, el
diálogo, la negociación y el acuerdo, resulta imposible acometer proyectos, integrar fuerzas, formar gobiernos sólidos, lograr estabilidad, ...
5. Abstención participativa.
Cuando
la renuncia voluntaria a la participación por parte de los ciudadanos es
elevada, queda demasiada gente sin la deseable representación.
***
Decimos,
para finalizar, que la democracia no sólo es una forma de gobierno; es también,
para los demócratas, un modo de ser,
una actitud de vida y un compromiso social: un modo de ser responsable, participativo
y coherente; una actitud de
vida reflexiva, crítica y dialogante; un compromiso social permanente con la
libertad, la honestidad, la justicia y el bien común.
_______________(*) El presente escrito, ahora revisado, se escribió el día 8-VI-2017, siendo publicado en la revista "El Bermejino", núm. 445, Julio, 2017.
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