miércoles, 20 de febrero de 2019








GÉNERO Y SEXUALIDAD (1)
   
          Ernesto Rodríguez y Rodríguez
                         Pedagogo                                 
                                     
                                                                                                 5/10/2018
        

1.- INTRODUCCIÓN.

         Entrando en internet, Google, y escribiendo  géneros humanos”,  aparecen, entre otros muchos artículos sobre la cuestión, los siguientes títulos:

-       ¿Hombre – Mujer? No seas anticuado, ahora puedes elegir entre 31 identidades sexuales.
-       Transmasculino, intergénero y berdache: las 37 nuevas etiquetas de género de Tinder, explicadas.
-       España reconoce ya 37 identidades de género y 10 orientaciones sexuales.
-       La ONU dice que hay 112 sexos, no dos, y no es una broma.
-      

             ¿Son así las cosas?

            En el presente trabajo nos proponemos subrayar que los seres humanos, por ley natural y no por personal elección, somos y existimos siendo hombres o siendo mujeres.

        Etiquetamos el marco teórico en el que fundamentamos nuestra reflexión de naturalismo finalista.

              Nuestro paradigma tiene como ejes principales:
 a)     El orden natural del cosmos.
 b)    El finalismo de la organogénesis humana.
 c)     La realidad existencial de la dualidad hombre/mujer.

            El análisis que ofrecemos parte de las siguientes interrogantes:
1.     ¿Es posible entender formas de humana existencia distintas a las de ser hombre o ser mujer?
2.     ¿Por qué la Naturaleza (¿Dios?), diseñadora del orden cósmico, ha optado por  diferenciar lo femenino de lo masculino?
3.     ¿Acaso las diferencias bioanatómicas y funcionales que la propia Naturaleza asigna a mujeres y hombres son irrelevantes?

        Si nuestro pensar pudiere herir alguna sensibilidad, no sólo lo sentimos; también nos sometemos a la confrontación de modelos explicativos y a cuanta crítica argumentada pudiere producirse.


2.- SOBRE EL GÉNERO:

            2.1.- CONCEPTO.

            Al hablar de género, palabra derivada del latín genus-eris, es preciso concretar a qué nos estamos refiriendo, toda vez que, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, son múltiples sus acepciones y significados:

1.     Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.
2.     Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas.
3.     Grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.
4.     En el comercio, mercancía.
5.     Tela o tejido.
6.     En las artes, sobre todo en la literatura, cada una de las distintas categorías o clases en que se pueden ordenar las obras según rasgos comunes de forma y de contenido.
7.     En biología, taxón que agrupa a especies que comparten ciertos caracteres.
8.     En Gramática, categoría gramatical inherente a los sustantivos y pronombres, codificada a través de la concordancia en otras clases de palabras y que en pronombres y sustantivos animados puede expresar sexo.

            Aclaramos enseguida que la opción semántica sobre la que trabajamos es la número tres, entendiendo el término género no sólo en su esencial y originaria referencia biológico-sexual, sino también en el sentido sociocultural, es decir, en relación con las percepciones, roles, acciones, conductas, valoraciones, etc., que en cada contexto cultural, político, social, religioso, … se tienen de mujeres y hombres.

            ¿Sería procedente identificar los términos sexo y género?
           
            Aunque ambas palabras, por estar íntimamente ligadas en su referencia original a la natural condición humana de ser  mujer o de ser hombre, podrían usarse como sinónimas, sexo y género vienen utilizándose hodiernamente con enfoques y connotaciones diferenciales.
           
            Conceptualmente, el vocablo sexo se usa para enfatizar lo biológico, es decir, las características anátomico-corporales (dotación cromosómica, genitalidad, …) que diferencian a mujeres y hombres; por contra, la palabra género es usada para acentuar lo cultural, es decir, las características sociales (leyes, costumbres, …) que condicionan existencialmente  a hombres y mujeres en la vida comunitaria.


            2.2.- LO MAYORITARIO.

                 Los seres humanos, desde el momento mismo de su concepción, desde el inicio de la propia vida, por ley natural y no por elección personal a posteriori, se desarrollan diferencialmente a través de un complejo proceso de organogénesis abocado a dos formas concretas, exclusivas y excluyentes, de ser y existir: ser hombre o ser mujer.

                     Agrade más o agrade menos, la Naturaleza, en sus leyes generales, ha determinado que la especie humana se configure, sea y exista -con el mismo rango ontológico, la misma dignidad, los mismos derechos y la misma condición humana- perteneciendo a uno de los dos únicos géneros humanos existentes: el femenino o el masculino.

            Entender tal diferenciación de género requiere estudiar la cuestión desde una triple consideración:

                    - Biológica.
                    - Psicológica.
                    - Social.

              Desde el enfoque biológico, fácil es observar  que el cuerpo humano “está equipado”, orgánica y funcionalmente, de elementos propios, específicos y distintivos, para ser hombre o para ser mujer, y para que las funciones reproductivas asignadas a mujeres y hombres puedan ser naturalmente cumplidas. Es por ello que, cualquiera que sea la población humana que observemos, sin importar lugar o época, siempre encontraremos que sus miembros, perfectamente distinguibles, son, biológicamente, hombres o mujeres, tanto si su momento evolutivo corresponde a la infancia, adolescencia, juventud, adultez, etc.

                    Desde la óptica psicológica, lo normal, en el sentido estadístico de gran mayoría, es que  hombres y mujeres no sólo tengan cuerpo estructuralmente diferenciado, sino también que se realicen, desarrollen y se sientan bien, con comodidad y agrado, en su propia estructura bio-corporal de mujer o de hombre, asuman satisfactoriamente su propio rol reproductor y entiendan y acepten sin conflicto su propia identidad psicológica diferencial.

                    Desde la perspectiva social, es normal también que los diversos grupos sociales, en todas las culturas, asuman sin problemas ni conflicto que el mundo humano está constituido por hombres y mujeres con capacidad natural de reproducirse y de formar, uniéndose, la familia natural, que no es otra que la constituida por una mujer, un hombre y los hijos nacidos de su unión.

                     La conclusión es clara.

                  De acuerdo con la ley de los grandes números, puede constatarse a nivel empírico y por ello afirmarse categóricamente, que lo normal, repetimos que en el sentido estadístico de gran mayoría, es la armonía entre lo biológico y lo psicológico, es decir, la existencia de hombres que son, se identifican y asumen en plenitud su natural condición masculina, y de mujeres que son, se identifican y asumen en plenitud su natural condición femenina.

         A su vez, la sociedad acepta y ratifica sin problemas tal realidad protegiéndola institucionalmente y reconociéndola como su base y primario fundamento.

               Se da, pues, mayoritariamente, en estricto cumplimiento de la ley natural, concordancia entre lo biológico, lo psicológico y lo social. 

            2.3.- LO MINORITARIO.

       Si bien es cierto que, de modo predeterminado por ley natural, desde la concepción misma de la vida,  la primera célula originaria humana, el cigoto, inicia su proceso diferenciante para configurarse, ser, crecer y desarrollarse como hombre (XY) o como mujer (XX), es igualmente cierto que la Naturaleza no está exenta de errores a la hora de aplicar sus propias leyes.

         Ocurre que, aunque en pequeña proporción respecto a la población general, existe “lo diferente”. Por las causas que fueren (desajustes neuro-hormonales, errores anatómico-fisiológicos, etc.), se produce en determinadas personas la discordancia: ora entre lo biológico y  lo psicológico; ora entre lo biológico y lo social; ora entre lo biológico, lo psicológico y lo social.

Sucede que determinadas personas, teniendo dotación genética masculina se sienten mujeres, que personas con dotación genética femenina se  sienten hombres y que personas con dotación genética masculina o femenina tienen dificultades para identificar su identidad sexual.

¿Qué reflexión cabe hacer ante tal realidad?

1ª. Que la discordancia ni merma, ni disminuye en grado alguno la dignidad de ser persona.

2ª. Que la discordancia, cuando se produce, no es elegida.

3ª. Que la discordancia ha de ser respetada por la sociedad y amparada por las leyes.

4ª. Que es cruel, y por ende intolerable, la represión y desconsideración social de las personas “diferentes”.

5ª. Que es encomiable el esfuerzo reivindicativo realizado por los movimientos que luchan por la plena integración social de todas las personas y colectivos humanos.



            2.4.- GÉNERO Y FAMILIA.


            Desde la óptica de lo que hemos llamado “normal” (repetimos que en el sentido estadístico de mayoritario) género y familia se fusionan, reconocen e identifican, de modo natural, en la dualidad hombre - mujer.

            Mujer y hombre, equipados biológica y psicológicamente para ser diferentes, están naturalmente predeterminados para desearse, unirse y constituirse en familia, en cuyo seno, confluyendo  armoniosamente lo femenino y lo masculino, se genera el ecosistema natural para la reproducción, el nacimiento, la protección de la vida y la educación de los hijos.
           
            Eso, en lo esencial, ha venido siendo siempre la familia: unión heterosexual con  capacidad reproductora y educativa, reconocida socialmente de acuerdo a normas sociales vinculantes preestablecidas.  
           
            Se complica la cuestión cuando, desde los ámbitos sociales de lo “diferente”, es decir, en los casos de homosexualidad, transexualidad, etc., diversos colectivos sociales, cuestionando que el  concepto de familia conlleve y requiera como  requisito sine qua non la heterosexualidad, reivindican el derecho y la institucionalización de la unión homosexual.

            Dicho de otro modo, se reclama la igualación a todos los efectos, jurídicos, sociales, etc., de la unión homosexual con la unión heterosexual, obviando el “detalle” de lo que siempre ha venido siendo, de modo natural, la función básica de la familia: la generación de la vida y el derecho y el deber de cuidar, proteger y educar a la prole.

            La cuestión, controvertida en sí misma, ha provocado (y lo sigue haciendo) numerosos desacuerdos, debates y discusiones de naturaleza política, moral, social, religiosa, etc., tanto sobre el concepto de familia, como sobre la procedencia o no de admitir socialmente como familia de pleno derecho, en las mismas condiciones que la familia heterosexual, la unión homosexual.

            Se agudiza aún más la cuestión cuando en tales demandas se incluyen el derecho al uso de modos artificiales de reproducción, el uso de “vientres de alquiler”, el derecho a educar homoparentalmente, etc. etc.

            ¿Cómo se están abordando tales problemas?
           
Aunque el disenso es notorio, persisten las opiniones encontradas, y para numerosos sectores sociales la unión de personas del mismo sexo carece de fundamentación natural y moral suficiente para constituirse en familia, son bastantes los países que ya han optado por la institucionalización de la familia homosexual. En concreto(1), tal matrimonio es ya legal en veinticinco países del mundo, siendo Holanda el primero en su aprobación (Septiembre, 2000) y  España el  cuarto (30 de Junio de 2005).
             En otros (Italia, Austria, Croacia, Hungría, Chile, …) se permiten las uniones civiles homosexuales con derechos muy parecidos a los del matrimonio entre hombre y mujer, pero con denominaciones distintas a las de matrimonio. 
           

3.- SOBRE LA SEXUALIDAD HUMANA.

             Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad es el “conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan cada sexo”.

            Se incardinan en la sexualidad fenómenos emocionales, conductuales, morales, sociales, culturales,…, todos ellos derivados o consecuentes de la condición de ser mujer o de ser hombre. De alguna manera, podría decirse que la sexualidad es el peculiar modo personal de vivir y sentir  lo femenino y lo masculino y de la proyección de tal vivencia y sentimiento en la relación socioafectiva y sexual.

        Al ser la sexualidad factor fundamental de la personalidad, requiere ser integrada armoniosamente junto al resto de las dimensiones humanas (intelectual, afectiva, social y moral) que conforman el ser personal.

             La sexualidad, en parte innata (ligada a lo biológico), en parte aprendida (ligada a lo cultural), es un bello regalo que la Naturaleza hace a los seres humanos. Se manifiesta (cada persona le da sus propios matices) en los peculiares modos de ser y sentirse hombre y mujer y se configura vivencialmente a través de impulsos, deseos, emociones, lenguajes, caricias, gestos, miradas,…

            Siendo una dimensión esencial del ser y de la personalidad, la sexualidad, con sus propias connotaciones evolutivas diferenciales, siempre está presente en la vida humana, en todos sus tiempos y edades.

            Su vivencia, si se nutre de amor, pasión y ternura y se administra y gestiona con las necesarias referencias éticas, es clave para la salud mental, el equilibrio psicológico y  la madurez personal.

            Al ser en buena parte aprendida, la sexualidad es educable, razón por la que familias e instituciones educativas, sin pretexto alguno, deben asumirla como parte esencial de la educación general de toda persona.

             

4.- CONCLUSIONES.


          01ª. Hombres y mujeres tienen el mismo rango ontológico, la misma dignidad y comparten por igual la condición humana.  
                                                                                                    
02ª. No entendemos otras formas de humana existencia que las de mujer y hombre.

03ª. Ser mujer o ser hombre no es elegible.

04ª. La existencia de lo femenino y lo masculino enriquece la vida humana.

         05ª. Lo normal, en sentido estadístico, es que hombres y mujeres se sientan bien en sus cuerpos, acepten satisfactoriamente sus determinaciones sexuales, se atraigan mutuamente y asuman, sin conflicto y gozosamente, la paternidad y la maternidad.

           06ª. Lo excepcional, por minoritario, es que mujeres y hombres tengan problemas para  armonizar sus propias estructuras biológica y psicológica y reconocer su identidad sexual.

         07ª. Posiblemente pueda explicarse la existencia de lo “diferente” como la consecuencia de errores y desajustes de la propia Naturaleza a la hora de aplicar sus leyes generales.

          08ª. Si bien sociedades y culturas asumen sin dificultad la institucionalización de la familia heterosexual, discrepan a la hora de otorgar igual estatuto familiar a las uniones homosexuales.

 09ª. Es injusta, reprobable y cruel cualquier tipo de conducta homofóbica.

 10ª. La sexualidad es educable.



5.- NOTAS

            (1) Datos tomados de Wikipedia:


          
6.- BIBLIOGRAFÍA.

-       Arnaiz, A. (2010) La condición sexual humana y la construcción de la realidad, Biblioteca Nueva: Madrid.
           
-       Cabello, F .(2010) Manual de sexología y terapia sexual, Síntesis: Madrid.

-       Dorlin, E. (2009) Sexo, género y sexualidades: introducción a la teoría feminista, Nueva Visión Argentina: Buenos Aires.

-       Gallotti, A. (2005) Placer sin límites, Martínez Roca: Madrid.

-       Gómez, J. (2013) Psicología de la sexualidad, Alianza Editorial: Madrid.

-       González, R. y Gonzalo, S. (2014) Sexualidad y discapacidad física, Síntesis: Madrid.

-       Haeberle, E. (2009) Atlas de la sexualidad, Akal: Madrid.

-       Lartigue, T. y Ureta, M. (2013) Sexualidad y género, Lumen Humanitas: Buenos Aires.

-       Lozano, M. (2007) Una historia sobre el maltrato y la homosexualidad, CCS: Madrid.

-       Pichardo, J. I. (2009) Entender la diversidad familiar: relaciones homosexuales y nuevos modelos de familia, Bellaterra: Barcelona.

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(1) El presente artículo fue publicado en la Revista El Bermejino, núm.461, Noviembre, 2018

lunes, 6 de agosto de 2018




¿QUÉ ES EL FRACASO ESCOLAR?


    
                        Ernesto Rodríguez y Rodríguez
                        Pedagogo                                    
                       
             A la hora de abordar la cuestión del fracaso escolar, nos parece primario intentar conocer qué es realmente eso del fracaso escolar, a qué hechos se alude cuando se habla de fracaso escolar, qué fenómenos, situaciones y realidades se describen con tal terminología.

                  Queremos decir enseguida que tanto entre los tratadistas e investigadores como entre el profesorado, el alumnado y la familia, se concibe de muy diversas formas el fenómeno del fracaso escolar.

              En un extremo están las corrientes optimistas que no admiten la existencia de fracaso escolar, sino más bien distintos grados de éxito.

               En el otro están las corrientes pesimistas, que estiman que las instituciones docentes están agonizantes y habría que reconsiderar si merece o no la pena hacer algo para evitar su muerte.

              En cualquiera de los casos, el fracaso escolar ha quedado acuñado como expresión de una realidad en la terminología pedagógica, existe una clara conciencia de tal realidad y un amplio consenso en la interpretación de sus causas y efectos.

               Nos parece también importante distinguir entre fracaso escolar y fracaso educativo.

            El fracaso escolar sería el efecto de un cierto desajuste entre la institución escolar y su alumnado. La institución expendería “una mercancía” (enseñanzas, notas, títulos académicos) en condiciones tales que un sector de su “clientela” (el alumnado), por causas muy diversas, o bien no adquiere en absoluto, o bien podría llegar a adquirir, pero tras un proceso especialmente azaroso, “costoso” y extraordinario (inversión de esfuerzos especiales, pérdida de vacaciones, alargamiento del proceso, …).

              Tal desajuste podría explicarse por:
              - Incapacidad de la institución para ofertar “su producto” en condiciones tales que sea generalmente deseable y asequible a todos.
              - Incapacidad del alumnado para disponer del “billetaje” exigido por la institución como precio para el logro del "producto".
              - Incapacidad de ambos estamentos para “ajustarse” entre sí

           El fracaso escolar se mediría, fundamentalmente, en términos de calificaciones negativas, repeticiones y abandonos. La tasa más simplista de su medida vendría dada por el cociente entre el número de alumnos de una promoción que obtienen, tras el periodo normal previsto, el título terminal y el número total de alumnos que inicialmente constituyeron tal promoción.

           Desde una óptica muy elemental, el fracaso escolar sería una cuestión o problema parcial. Afectaría sólo a determinados aspectos de la instituciones educativas y sólo a determinadas parcelas de la sociedad (algunas familias y algunos alumnos). No se cuestionarían la “mercancía” en sí misma, ni los expendedores, ni los lugares de expedición, sino únicamente la metodología empleada en la prestación del servicio. 

      El fracaso educativo sería otra cosa; sería el efecto de un significativo desajuste entre los objetivos naturales de la educación (maduración plena de los sujetos, desarrollo integral del  potencial humano, desarrollo social, moral, económico,…) y las realidades madurativas y de desarrollo general alcanzadas por las personas tras su paso por las instituciones educativas.

         Este desajuste podría explicarse por:
-       Incongruencias múltiples derivadas de la complejidad del sistema social y educativo.
-       Las propias características de la condición humana.
-       Desacierto en la difícil tarea de “encaje y ajuste” de tantas y variadas piezas.

         El fracaso educativo exigiría para su medición multiplicidad de instrumentos, criterios y parámetros. Habría que integrar muchas tasas parciales referidas a unidades de infelicidad personal, frustración, pauperismo, insolidaridad, injusticia, manipulación, debilidad moral, …

            El fracaso educativo es cuestión o problema total. Afectaría a todas las instituciones y a todos los miembros y fuerzas de la sociedad. Implicaría el cuestionamiento de la propia “mercancía” educativa, la validez de los expendedores, los lugares de expedición, además del marketing y la metodología en la prestación del servicio.

            A nosotros nos parece que cuando se habla de fracaso escolar (el término que tiene mayor vigencia) se alude un poco también a lo que aquí hemos propuesto como fracaso educativo.

            El fracaso escolar-educativo podría estudiarse según criterios diversos, aunque todos ellos complementarios.

a)     Criterios académicos: 
-       Número de calificaciones negativas en los diferentes cursos que imparte el sistema.
-       Número de alumnos que repiten cursos.
-       Número de alumnos que abandonan.
-       Número de alumnos que se desvían hacia otros estudios de menor dificultad y (o) duración no apetecidos.
-   Número de alumnos con rendimientos incluso suficientes, pero inferiores a sus posibilidades intelectivas (rendimientos insatisfactorios).
-       Número de alumnos que no logran el título correspondiente a los estudios iniciados o apetecidos.

b)    Criterios económicos. 
-       Tasas de “cerebros” perdidos o mal aprovechados.
-       Índices de coste de la educación: relación inversión/rendimiento.
-       Tasas de aportaciones científicas relevantes.
-       Índice de creación de riqueza y aprovechamiento de recursos.
-       Niveles de empleo y tasas de productividad.
-       Índices de desarrollo económico y bienestar material general.

c)     Criterios psicopedagógicos. 
-       Número de alumnos desvinculados afectivamente de sus centros de estudio y/o de sus profesores.
-       Cotas de satisfacción del profesorado y del alumnado en la relación docente/discente.
-       Niveles de atención individualizada o personalizada ofrecidos al alumnado.
-       Progresos psicomadurativos de los estudiantes/educandos.
-       Tasas de salud mental general.

d)    Criterios educativos. 
-       Índices generales de felicidad personal y colectiva.
-       Desarrollo moral y social
-       Tasas de creación de cultura.
-       Niveles de calidad de proyectos de vida.
-       Grados de desarrollo y plenitud personal.
-    Progreso  y bienestar de las sociedades.

e)     Criterios sociales. 
-     Índices de participación constructiva en la vida pública.
-     Correlación entre formación conseguida y trabajo desempeñado.
-     Adecuación de los programas escolares a las demandas sociales.
-     Tasas de delincuencia, criminalidad, marginalidad, …
-     Niveles de justicia distributiva (esfuerzos y beneficios).
-     Nivel general de preparación de los diversos profesionales que el país necesita.
-     Cotas de educación social y ciudadana.

En la atmósfera del fracaso escolar-educativo hemos observado signos y síntomas muy específicos:

1.     Frustración en los agentes educativos más directos.

a) Malestar en el profesorado:
     - Pérdida de identidad.
     - Desilusión.
     - Tensión.

                  b) Apatía y malestar en el alumnado:
                        - Inhibición.
                        - Contestación y rebeldía.
                        - Desinterés.

c) Zozobra y angustia en los padres:
      - Inseguridad.
      - Temor.
      - Confusión.

            2. Miedos en estudiantes y familias.

                 - Ante las evaluaciones.
                 - Ante la selectividad.
                 - Ante la elección de carrera.
                 - Ante las oposiciones.
                 - Ante el futuro.

3.   Desorientación general.

a)     Del alumnado:
      - Niveles de aspiración inadecuados.
      - Insuficiente información.
      - Falta de perspectivas.
b)    Del profesorado:
      - A la hora de hacer frente a la diversidad de los alumnos.
      - A la hora de seleccionar metas y objetivos.
      - A la hora de armonizar las antinomias pedagógicas y sociales.
c)     De la familia:
      - A la hora de fijar modelos y patrones educativos.
      - A la hora de comunicarse con sus hijos y entre los cónyuges.
      - A la hora de orientar y proyectar el futuro.

            4. Sentimientos de culpabilidad.

                 - Inculpaciones y descalificaciones recíprocas entre los agentes educativos.
                 - Escaso diálogo entre las unidades que integran la Comunidad Escolar.
                 - Pocos nexos afectivos.

            ¿Qué es entonces el fracaso escolar?

            Desde el punto de vista general, el fracaso escolar-educativo es un muy significativo desajuste entre los objetivos naturales de la educación y los productos, cuantitativos y cualitativos, obtenidos por el sistema educativo.

            Desde la óptica del alumnado, el fracaso se percibe o bien como un signo más de una sociedad decadente dominada por adultos desorientados que proyectan sobre la juventud su propia debilidad racional y moral, o bien como un signo de impotencia y minusvalía personal.

            El profesorado tiende a explicarlo como un efecto natural de la masificación de la enseñanza y de la degradación de dos valores básicos de la infancia y juventud: curiosidad y disciplina.

             Desde el enfoque de los padres se estima el fracaso como el derrumbamiento de los proyectos de formación y promoción de los hijos.

                En el Diccionario Enciclopédico de la Educación Especial (Diagonal/Santillana, vol. II, pág. 945) se dice que el fracaso escolar es un “desajuste negativo entre la capacidad real de un alumno y su rendimiento escolar valorado adecuadamente”.

           En el Diccionario de Ciencias de la Educación (Diagonal/Santillana, vol. I, pág. 661) se señala que se habla de fracaso escolar “cuando un alumno o grupo de alumnos no alcanza con suficiencia los objetivos educativos programados y propuestos como metas a alcanzar por todos ellos”.

             En la Enciclopedia Técnica de la Educación (Santillana, 1970, vol. I, pág.381) se indica: “se puede describir el fracaso escolar como aquella situación en la que el sujeto no consigue alcanzar las metas normales para su inteligencia, de tal modo que toda su personalidad queda comprometida y alterada, repercutiendo en su rendimiento global y en su adaptación sana y feliz a la vida que le rodea”.

        En síntesis, nos parece que el fracaso educativo-escolar no es otra cosa que fracaso social global y producto natural de graves desaciertos en el planteamiento del sistema educativo.

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(*) El presente trabajo es reproducción casi literal del cáp. I de mi libro:
      Rodríguez y Rodríguez, E.(1989) Fracasos Escolares y Problemas Educativos, Córdoba: Federación Provincial de A.P.A.S de Educación Secundaria "Mezquita de Córdoba", págs. 13-18.