GÉNERO Y SEXUALIDAD (1)
Pedagogo
1.- INTRODUCCIÓN.
Entrando
en internet, Google, y escribiendo “géneros humanos”, aparecen, entre otros muchos artículos sobre
la cuestión, los siguientes títulos:
-
¿Hombre – Mujer? No seas anticuado, ahora puedes elegir entre 31
identidades sexuales.
-
Transmasculino, intergénero y berdache: las 37 nuevas etiquetas de
género de Tinder, explicadas.
-
España reconoce ya 37 identidades de género y 10 orientaciones
sexuales.
-
La ONU dice que hay 112 sexos, no dos, y no es una broma.
-
…
¿Son así
las cosas?
En
el presente trabajo nos proponemos subrayar que los seres humanos, por ley
natural y no por personal elección, somos y existimos siendo hombres o siendo
mujeres.
Etiquetamos
el marco teórico en el que fundamentamos nuestra reflexión de naturalismo finalista.
Nuestro
paradigma tiene como ejes principales:
a)
El orden natural del cosmos.
b)
El finalismo de la
organogénesis humana.
c)
La realidad existencial de la
dualidad hombre/mujer.
El
análisis que ofrecemos parte de las siguientes interrogantes:
1.
¿Es posible entender formas
de humana existencia distintas a las de ser hombre o ser mujer?
2.
¿Por qué la Naturaleza
(¿Dios?), diseñadora del orden cósmico, ha optado por diferenciar lo femenino de lo masculino?
3.
¿Acaso las diferencias bioanatómicas
y funcionales que la propia Naturaleza asigna a mujeres y hombres son
irrelevantes?
Si
nuestro pensar pudiere herir alguna sensibilidad, no sólo lo sentimos; también
nos sometemos a la confrontación de modelos explicativos y a cuanta crítica
argumentada pudiere producirse.
2.- SOBRE EL GÉNERO:
2.1.- CONCEPTO.
Al hablar
de género, palabra derivada del latín genus-eris, es preciso concretar a qué nos estamos
refiriendo, toda vez que, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, son múltiples sus acepciones y significados:
1.
Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.
2.
Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas.
3.
Grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido
desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.
4.
En el comercio, mercancía.
5.
Tela o tejido.
6.
En las artes, sobre todo en la literatura, cada una de las
distintas categorías o clases en que se pueden ordenar las obras según rasgos
comunes de forma y de contenido.
7.
En biología, taxón que agrupa a especies que comparten ciertos
caracteres.
8.
En Gramática, categoría gramatical inherente a los sustantivos y
pronombres, codificada a través de la concordancia en otras clases de palabras
y que en pronombres y sustantivos animados puede expresar sexo.
Aclaramos
enseguida que la opción semántica sobre la que trabajamos es la número tres, entendiendo
el término género no sólo en su esencial
y originaria referencia biológico-sexual, sino también en el sentido
sociocultural, es decir, en relación con las percepciones, roles, acciones, conductas,
valoraciones, etc., que en cada contexto cultural, político, social, religioso,
… se tienen de mujeres y hombres.
¿Sería
procedente identificar los términos sexo
y género?
Aunque
ambas palabras, por estar íntimamente ligadas en su referencia original a la natural
condición humana de ser mujer o de ser
hombre, podrían usarse como sinónimas, sexo
y género vienen utilizándose
hodiernamente con enfoques y connotaciones diferenciales.
Conceptualmente,
el vocablo sexo se usa para enfatizar
lo biológico, es decir, las características anátomico-corporales (dotación
cromosómica, genitalidad, …) que diferencian a mujeres y hombres; por contra, la
palabra género es usada para acentuar
lo cultural, es decir, las características sociales (leyes, costumbres, …) que
condicionan existencialmente a hombres y
mujeres en la vida comunitaria.
2.2.- LO MAYORITARIO.
Los
seres humanos, desde el momento mismo de su concepción, desde el inicio de la
propia vida, por ley natural y no por elección personal a posteriori, se desarrollan diferencialmente a través de un
complejo proceso de organogénesis abocado a dos formas concretas, exclusivas y
excluyentes, de ser y existir: ser hombre o ser mujer.
Agrade
más o agrade menos, la Naturaleza, en sus leyes generales, ha determinado que la
especie humana se configure, sea y exista -con el mismo rango ontológico, la
misma dignidad, los mismos derechos y la misma condición humana- perteneciendo a
uno de los dos únicos géneros humanos existentes: el femenino o el masculino.
Entender
tal diferenciación de género requiere estudiar la cuestión desde una triple
consideración:
-
Biológica.
-
Psicológica.
-
Social.
Desde
el enfoque biológico, fácil es observar
que el cuerpo humano “está equipado”, orgánica y funcionalmente, de elementos
propios, específicos y distintivos, para ser hombre o para ser mujer, y para que
las funciones reproductivas asignadas a mujeres y hombres puedan ser
naturalmente cumplidas. Es por ello que, cualquiera que sea la población humana
que observemos, sin importar lugar o época, siempre encontraremos que sus
miembros, perfectamente distinguibles, son, biológicamente, hombres o mujeres, tanto
si su momento evolutivo corresponde a la infancia, adolescencia, juventud,
adultez, etc.
Desde
la óptica psicológica, lo normal, en el sentido estadístico de gran mayoría, es
que hombres y mujeres no sólo tengan
cuerpo estructuralmente diferenciado, sino también que se realicen, desarrollen
y se sientan bien, con comodidad y agrado, en su propia estructura bio-corporal
de mujer o de hombre, asuman satisfactoriamente su propio rol reproductor y entiendan
y acepten sin conflicto su propia identidad psicológica diferencial.
Desde la
perspectiva social, es normal también que los diversos grupos sociales, en
todas las culturas, asuman sin problemas ni conflicto que el mundo humano está
constituido por hombres y mujeres con capacidad natural de reproducirse y de formar,
uniéndose, la familia natural, que no es otra que la constituida por una mujer,
un hombre y los hijos nacidos de su unión.
La
conclusión es clara.
De
acuerdo con la ley de los grandes números, puede constatarse a nivel empírico y
por ello afirmarse categóricamente, que lo normal, repetimos que en el sentido
estadístico de gran mayoría, es la armonía entre lo biológico y lo psicológico,
es decir, la existencia de hombres que son, se identifican y asumen en plenitud
su natural condición masculina, y de mujeres que son, se identifican y asumen
en plenitud su natural condición femenina.
A su
vez, la sociedad acepta y ratifica sin problemas tal realidad protegiéndola
institucionalmente y reconociéndola como su base y primario fundamento.
Se da,
pues, mayoritariamente, en estricto cumplimiento de la ley natural, concordancia
entre lo biológico, lo psicológico y lo social.
2.3.- LO MINORITARIO.
Si bien es cierto que, de modo predeterminado por ley natural, desde
la concepción misma de la vida, la primera
célula originaria humana, el cigoto, inicia su proceso diferenciante para configurarse,
ser, crecer y desarrollarse como hombre (XY) o como mujer (XX), es igualmente
cierto que la Naturaleza no está exenta de errores a la hora de aplicar sus
propias leyes.
Ocurre que, aunque en pequeña proporción respecto a la población
general, existe “lo diferente”. Por las causas que fueren (desajustes
neuro-hormonales, errores anatómico-fisiológicos, etc.), se produce en
determinadas personas la discordancia: ora entre lo biológico y lo psicológico; ora entre lo biológico y lo
social; ora entre lo biológico, lo psicológico y lo social.
Sucede que determinadas personas, teniendo dotación genética
masculina se sienten mujeres, que personas con dotación genética femenina
se sienten hombres y que personas con
dotación genética masculina o femenina tienen dificultades para identificar su identidad
sexual.
¿Qué reflexión cabe hacer ante tal realidad?
1ª. Que la discordancia ni merma, ni disminuye en grado alguno la dignidad
de ser persona.
2ª. Que la discordancia, cuando se produce, no es elegida.
3ª. Que la discordancia ha de ser respetada por la sociedad y
amparada por las leyes.
4ª. Que es cruel, y por ende intolerable, la represión y
desconsideración social de las personas “diferentes”.
5ª. Que es encomiable el esfuerzo reivindicativo realizado por los
movimientos que luchan por la plena integración social de todas las personas y
colectivos humanos.
2.4.- GÉNERO Y FAMILIA.
Desde
la óptica de lo que hemos llamado “normal” (repetimos que en el sentido
estadístico de mayoritario) género y familia se fusionan, reconocen e identifican,
de modo natural, en la dualidad hombre - mujer.
Mujer
y hombre, equipados biológica y psicológicamente para ser diferentes, están
naturalmente predeterminados para desearse, unirse y constituirse en familia,
en cuyo seno, confluyendo armoniosamente
lo femenino y lo masculino, se genera el ecosistema natural para la
reproducción, el nacimiento, la protección de la vida y la educación de los hijos.
Eso,
en lo esencial, ha venido siendo siempre la familia: unión heterosexual con capacidad reproductora y educativa, reconocida
socialmente de acuerdo a normas sociales vinculantes preestablecidas.
Se
complica la cuestión cuando, desde los ámbitos sociales de lo “diferente”, es
decir, en los casos de homosexualidad, transexualidad, etc., diversos colectivos
sociales, cuestionando que el concepto
de familia conlleve y requiera como requisito
sine qua non la heterosexualidad, reivindican
el derecho y la institucionalización de la unión homosexual.
Dicho
de otro modo, se reclama la igualación a todos los efectos, jurídicos,
sociales, etc., de la unión homosexual con la unión heterosexual, obviando el
“detalle” de lo que siempre ha venido siendo, de modo natural, la función
básica de la familia: la generación de la vida y el derecho y el deber de cuidar,
proteger y educar a la prole.
La cuestión, controvertida en sí
misma, ha provocado (y lo sigue haciendo) numerosos desacuerdos, debates y discusiones
de naturaleza política, moral, social, religiosa, etc., tanto sobre el concepto
de familia, como sobre la procedencia o no de admitir socialmente como familia
de pleno derecho, en las mismas condiciones que la familia heterosexual, la unión
homosexual.
Se
agudiza aún más la cuestión cuando en tales demandas se incluyen el derecho al
uso de modos artificiales de reproducción, el uso de “vientres de alquiler”, el
derecho a educar homoparentalmente, etc. etc.
¿Cómo
se están abordando tales problemas?
Aunque el disenso es notorio, persisten las opiniones encontradas,
y para numerosos sectores sociales la unión de personas del mismo sexo carece
de fundamentación natural y moral suficiente para constituirse en familia, son
bastantes los países que ya han optado por la institucionalización de la familia
homosexual. En concreto(1), tal matrimonio es ya legal en veinticinco países del mundo,
siendo Holanda el primero en su aprobación (Septiembre, 2000) y España el cuarto (30 de Junio de 2005).
3.- SOBRE LA SEXUALIDAD HUMANA.
Se
incardinan en la sexualidad fenómenos emocionales, conductuales, morales,
sociales, culturales,…, todos ellos derivados o consecuentes de la condición de
ser mujer o de ser hombre. De alguna manera, podría decirse que la sexualidad es
el peculiar modo personal de vivir y sentir
lo femenino y lo masculino y de la proyección de tal vivencia y
sentimiento en la relación socioafectiva y sexual.
Al
ser la sexualidad factor fundamental de la personalidad, requiere ser integrada
armoniosamente junto al resto de las dimensiones humanas (intelectual,
afectiva, social y moral) que conforman el ser personal.
La
sexualidad, en parte innata (ligada a lo biológico), en parte aprendida (ligada
a lo cultural), es un bello regalo que la Naturaleza hace a los seres humanos. Se
manifiesta (cada persona le da sus propios matices) en los peculiares modos de
ser y sentirse hombre y mujer y se configura vivencialmente a través de impulsos,
deseos, emociones, lenguajes, caricias, gestos, miradas,…
Siendo
una dimensión esencial del ser y de la personalidad, la sexualidad, con sus
propias connotaciones evolutivas diferenciales, siempre está presente en la
vida humana, en todos sus tiempos y edades.
Su
vivencia, si se nutre de amor, pasión y ternura y se administra y gestiona con las
necesarias referencias éticas, es clave para la salud mental, el equilibrio
psicológico y la madurez personal.
Al
ser en buena parte aprendida, la sexualidad es educable, razón por la que familias
e instituciones educativas, sin pretexto alguno, deben asumirla como parte
esencial de la educación general de toda persona.
4.- CONCLUSIONES.
01ª.
Hombres y mujeres tienen el mismo rango ontológico, la misma dignidad y
comparten por igual la condición humana.
02ª. No entendemos otras formas de humana
existencia que las de mujer y hombre.
03ª. Ser mujer o ser hombre no es elegible.
04ª. La existencia de lo
femenino y lo masculino enriquece la vida humana.
05ª.
Lo normal, en sentido estadístico, es que hombres y mujeres se sientan bien en
sus cuerpos, acepten satisfactoriamente sus determinaciones sexuales, se
atraigan mutuamente y asuman, sin conflicto y gozosamente, la paternidad y la maternidad.
06ª.
Lo excepcional, por minoritario, es que mujeres y hombres tengan problemas para
armonizar sus propias estructuras
biológica y psicológica y reconocer su identidad sexual.
07ª.
Posiblemente pueda explicarse la existencia de lo “diferente” como la
consecuencia de errores y desajustes de la propia Naturaleza a la hora de
aplicar sus leyes generales.
08ª.
Si bien sociedades y culturas asumen sin dificultad la institucionalización de
la familia heterosexual, discrepan a la hora de otorgar igual estatuto familiar
a las uniones homosexuales.
09ª. Es injusta, reprobable y cruel cualquier
tipo de conducta homofóbica.
10ª. La sexualidad es educable.
5.- NOTAS
(1) Datos tomados de Wikipedia:
6.- BIBLIOGRAFÍA.
-
Arnaiz, A. (2010) La condición sexual humana y la construcción
de la realidad, Biblioteca Nueva: Madrid.
-
Cabello, F .(2010) Manual de sexología y terapia sexual,
Síntesis: Madrid.
-
Dorlin, E.
(2009) Sexo, género y sexualidades:
introducción a la teoría feminista, Nueva Visión Argentina: Buenos Aires.
-
Gallotti, A. (2005) Placer sin límites, Martínez Roca: Madrid.
-
Gómez, J.
(2013) Psicología de la sexualidad,
Alianza Editorial: Madrid.
-
González, R.
y Gonzalo, S. (2014) Sexualidad y
discapacidad física, Síntesis: Madrid.
-
Haeberle, E.
(2009) Atlas de la sexualidad, Akal:
Madrid.
-
Lartigue, T.
y Ureta, M. (2013) Sexualidad y género, Lumen
Humanitas: Buenos Aires.
-
Lozano, M.
(2007) Una historia sobre el maltrato y
la homosexualidad, CCS: Madrid.
-
Pichardo, J.
I. (2009) Entender la diversidad familiar:
relaciones homosexuales y nuevos modelos de familia, Bellaterra: Barcelona.
----
(1) El presente artículo fue publicado en la Revista El Bermejino, núm.461, Noviembre, 2018